El inicio de los homínidos

La increíble y fabulosa historia evolutiva de nuestra especie comienza con los anteriormente mencionados primates.

Los primeros mamíferos parecidos a los primates se conocen como protoprimates; los cuales fueron muy parecidos a una ardilla. Los primeros primates formales, encontrados como fósiles en Norteamérica, África, Asia y Europa, muy parecidos a los lémures, y vivieron hacia finales del Eoceno.

Purgatorius unio, del Paleoceno tardío de Norteamérica, Se cree es uno de los primeros primates.

Más tarde, dentro del orden de los primates, aparecieron los hominoideos, primates catarrinos sin cola, incluido el ser humano y otros simios estrechamente emparentados. Esta familia está formada por dos líneas; una de ellas es la Hominidae, misma que contiene a la tribu Hominini, misma que incluye a los géneros Pan (como los chimpancés) y Homo (como nosotros).

Los procesos de la evolución homínida son muy controvertidos; no se tiene nada claro. Sin embargo, a lo largo de los siglos, el misterio de la vida continuó su transformación biológica de las formaciones genéticas, y esta se heredó de manera vertical, es decir de generación a generación y el grupo de los primates dio origen a la ya mencionada familia de los homínidos; hace aproximadamente 15 millones de años.

Los primeros homínidos conocidos son el Australopithecus y el Ardipithecus Ramidus, dos simios originarios de África que comenzaron a caminar en dos patas hace aproximadamente 4 millones de años. Hoy en día existen cuatro géneros y ocho especies, entre las que nos encontramos los seres humanos, los orangutanes, gorilas, bonobos y chimpancés.

Australopithecus afarensis.

Si bien los Australopithecus poseen más características de los grandes simios que de seres humanos modernos, como el dimorfismo sexual muy exagerado (los machos eran 50% más grandes que las hembra) o un cerebro que era también relativamente más pequeño que el nuestro, presenta una clave y muy peculiar característica en común antes mencionada: el bipedismo.

Bipedestasión.

El Australopithecus afarensis vivió entre 3.9 y 2.9 millones de años atrás. Esta especie muestra ya una tendencia que encontramos constantemente en nuestra evolución: la reducción de la dentición, es decir, la reducción de los dientes y el tamaño de la mandíbula. En comparación con otros simios poseían caninos y molares más pequeños.

Otra especie, el Australophitecus africanus vivió entre hace 2 y 3 millones de años. Era un poco más esbelto y bípedo, aunque al igual que los primeros homínidos, probablemente pasaba aún buen tiempo en los árboles. Su cerebro era más grande que el de afarensis, pero aún así, sólo un tercio del nuestro. Los paleontólogos siguen en la búsqueda de más especies, y actualmente se ha encontrado un par más: los Australophitecus bahrelghazali y garhi.

Australophitecus garhi.

Los primates homínidos se caracterizan del resto por ser bípedos (como ya lo mencionamos), plantígrados y con pies no prensiles. Esta familia agrupa a todas las especies consideradas humanas y se estima que la antigüedad del género tiene unos 2.5 millones de años, comenzando con el Homo gautengensis, el Homo habilis y el Homo rudolfensis. Entre las características más importantes que separan a los Australophitecus del género Homo, es el tamaño y capacidad del cráneo, y algo fundamental, la capacidad de crear herramientas y conservarlas para su uso futuro, es decir, la capacidad de crear cultura.

Por otra parte, es verdad que los primeros homínidos fueron muy pequeños, similares a un chimpancé moderno, con un peso de 40 kilogramos, aunque también existieron homínidos verdadera e increíblemente grandes, fuertes y pesados, como es el caso de del Homo heidelbergenesis, quien podía alcanzar los 100 kg. de peso, o el gigantopithecus de 250 kg.

Gigantopithecus.

En el registro fósil, después del Homo rudolfensis, aparece el Homo erectus hace aproximadamente 1.8 millones de años. Se cree que surgió en África oriental y fue el primer homínido en migrar fuera de este continente, ya que sus fósiles han sido encontrados en India, China, Java y Europa.

El Homo erectus presenta características más cercanas a los humanos modernos, es decir: eran más grandes en tamaño (llegando a medir 1.85 metros), y su nivel de dimorfismo sexual era menos marcado que en especies más primitivas, al igual que su cerebro era más grande (unos 775 a 1,100 c.c., bastante cerca a los 1,130 – 1,260 c.c. de nuestra especie); también presenta fosas nasales dirigidas hacia abajo, más parecidas a las nuestras. Esta característica podría ser una adaptación a climas más fríos, pues permite un mayor calentamiento del aire antes que entre a los pulmones.

Por los restos encontrados, se cree que el Homo erectus fue el primer homínido en controlar y utilizar el fuego y aparentemente se extinguieron hace unos 117 mil años. Po otro lado, nuestros supervivientes más cercanos (del Homo sapiens sapiens) fueron el Homo floresiensis, extinto en Indonesia hace 50 mil años, el Homo neanderthalensis, quienes desaparecieron en Europa hace unos 30 mil años y el llamado hombre de la cueva del ciervos, quien vivió en la región de China hace cerca de 11 mil años.

Humano arcaico.

Se cree que nuestra especie comenzó su evolución a partir del Homo erectus hace unos 500,000 años. De esa época se han encontrado diversos fósiles, muy cercanos en apariencia al Homo sapiens, pero aún con diferencias anatómicas; estas especies se denominan humanos arcaicos.

Estos humanos arcaicos (el Homo neanderthalensis, el rhodesiensis, el heidelbergensis y el antecesor) se distinguen de los humanos anatómicamente modernos por tener un cráneo más grueso, un arco superciliar (el hueso que se encuentra arriba de nuestras cejas) prominente y una barbilla poco acentuada. Como ya lo mencionamos, algunas de estas especies sobrevivieron hasta hace unos 11 mil años, lo que indicaría que convivimos con ellos durante un largo período.

Sin embargo, no existe consenso científico sobre los humanos arcaicos; existe una corriente dentro de los paleontólogos que los consideran subespecies de Homo sapiens; es por esta razón que el hombre moderno sería Homo sapiens sapiens y los arcaicos se denominan sapiens neanderthalensis. Aunque la polémica sigue en pie.

Este Homo sapiens neanderthalensis emigró fuera del continente africano hace unos 100 mil años, en una segunda ola migratoria, ya que la primera sucedió hace 1.5 millones. Después, poco a poco, nuestra especie reemplazó a las especies humanas arcaicas que ya estaban asentadas en Asia y Europa.

Actualmente, sólo existimos nosotros, los Homo sapiens sapiens. Aparentemente, la competencia entre poblaciones debido a que ocupábamos el mismo nicho ecológico, hizo que poco a poco fuésemos aislando y eliminando a las otras especies humanas con las que convivíamos. A pesar de ello, nuestro análisis genético afirma que existió cruce entre especies, por lo que llevamos en el ADN algunos genes de estos humanos extintos. A pesar de todo, somos una misma especie que apareció hace muy poco tiempo, evolutivamente hablando.

Homo sapiens sapiens.

Ya sin competencia directa, el Homo sapiens sapiens empezó a explorar y migrar, fruto de una de las más maravillosas características de nuestra especie, la curiosidad. Este insaciable querer saber siempre más, nos llevó a poblar el mundo entero y desarrollar una gran variedad de ricas culturas.

La cultura, al contrario de la transmisión genética vertical, sucede de manera horizontal, es decir, no solo de generación en generación, sino entre individuos pertenecientes o no a la misma familia, tribu o grupo social. A diferencia de la lenta mutación vertical genética evolutiva, la transmisión horizontal de conocimiento es extremadamente veloz.

Evolución humana.

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